23.6.12

Acerca de una evocación de la masacre de Ezeiza por Abel Bohoslavsky

  En un artículo evocativo de la masacre de Ezeiza, publicado en Miradas al Sur del 17 de junio del presente año,  Raúl Argemí, quien se presenta como ex militante del ERP-22 de agosto reivindicando la decisión del grupo al que perteneció, de separarse del Partido Revolucionario de los Trabajadores y del Ejército Revolucionario del Pueblo en 1973 y adherir al triunfante justicialismo plantea que “…  aquel 20 de junio el ERP 22 estuvo en Ezeiza. Era coherente, y aún lo creo así, con el principal factor que había provocado la fractura con el ERP/PRT: el reconocimiento del peronismo como una fuerza del campo popular, por la actitud y actividad de sus bases, más que por la cuestionable existencia de su líder máximo, Juan Domingo Perón “. En principio quiero señalar que el PRT desde su fundación (1965) y en la trayectoria anterior de sus corrientes precursoras, siempre reconoció al peronismo como una fuerza del campo popular. Es más, siempre entendió y precisó que se trataba de un movimiento de amplia base obrera y con una conducción burguesa y burocrática (El Combatiente, N° 56 al 59, 1971); y eso le daba (le da) las características de un movimiento populista que, cuando ejerció el gobierno (45-55) conformó un régimen de tipo bonapartista.  El PRT, ante la inminencia del desenlace del  GAN (Gran Acuerdo Nacional), en diciembre 72, ya caracterizaba el rol en ese momento de Perón como “cuestionable” como señala el autor. Pero el PRT no era ambiguo. Era más preciso y lo definía anticipadamente como un papel contrarrevolucionario, precisamente porque pronosticaba que Perón iba a jugar el papel que finalmente jugó a partir de esa fecha de su retorno del exilio (editoriales de M. R. Santucho en El Combatiente N° 82 al 85, 20/7/73 al 10/8/73). He aquí la diferencia esencial.  Por lo tanto, las afirmaciones de Argemí sobre por qué ese grupo se separó del PRT no parecen consistentes. El autor de la nota reivindica “la actitud y actividad de sus bases”. Pero la amplia mayoría de esas bases SI reconocían a ese líder máximo que él mismo califica de “cuestionable”. Y las organizaciones sindicales y armadas peronistas lo presentaban como "el conductor estratégico". Este era el punto central de la discrepancia entre el PRT y todas las corrientes de la Tendencia Revolucionaria del peronismo. Argemí  luego afirma lo siguiente: “Entendíamos, porque la práctica política en la calle así lo indicaba, que en cada sitio el sector más dinámico se identificaba como peronista “.  Según esta descripción, dirigentes obreros como Agustín Tosco, Leandro Fote, Gregorio Flores, René Salamanca (y sigue la lista...) no eran parte del sector más dinámico de la clase trabajadora, porque no se identificaban como peronistas. Para el autor de la nota, el fenómeno de los movimientos sindicales democráticos/antiburocráticos y clasistas que emergió desde Tucumán, Córdoba, Rosario, no era “el más dinámico” de nuestro movimiento obrero. El desconocimiento de esa realidad y de ese desenvolvimiento, más que un intento de aproximarse a la clase obrera de entonces y sus “sectores más dinámicos”, parece un alejamiento de ese fenómeno pujante e inédito que llegó a su apogeo en las movilizaciones de junio-julio de 1975, el momento más alto de la etapa histórica abierta en 1969 desde el Cordobazo. Contradictoriamente con lo que el autor de la nota da a entender, el PRT-ERP tuvo en ese período (73-75) su mayor crecimiento y su mayor incidencia en la vida política nacional. Puede cuestionarse su estrategia (y sus tácticas), pero no su inserción en los sectores más dinámicos de la clase trabajadora. El PRT fue aniquilado por la represión de la contrarrevolución armada (lo mismo que muchos otros destacamentos), pero los grupos que se escindieron de él, se disgregaron infructuosamente como opciones políticas. Más adelante, Argemí dice: “A partir de su apoyo público al Frejuli y, puntualmente, con el arribo de Cámpora al gobierno, el ERP 22 desmovilizó su frente militar y todo el mundo salió a trabajar en los barrios y las villas miseria. En cada sitio donde había una posibilidad se instaló un comité de base, en el que los vecinos tenían voz y voto para encarar proyectos que mejoraran sus condiciones de vida “.  El PRT, mucho antes de esa coyuntura, durante ese breve período (Cámpora gobernó 49 días y fue derrocado en una maniobra palaciega de autogolpe con la apariencia de una “renuncia”) y después, jamás dejó de trabajar en los barrios y villas, aunque - es cierto - priorizaba las fábricas y otros centros de trabajo. El 70% aproximadamente de la fuerza militante del PRT estaba dedicada al trabajo en los frentes de masas y de propaganda. Y no por hacer eso, dejó su "frente militar", es decir, su práctica guerrillera y su construcción de Ejército Popular. Y para hacer todo eso, el PRT no se mimetizó como peronista. Eso sí, lo que el que escribe ignora (desconociendo la propia historia del partido por el que pasó), es que antes de existir como PRT, una de sus corrientes fundacionales se desarrolló como "Palabra Obrera, corriente trotskista del peronismo obrero revolucionario"). Es decir, el autor ignora que lo que él asumió en 1973, Palabra Obrera lo había practicado desde fines de los '50 hasta 1965 (en la jerga política de la época se denominó “entrismo”).   Rememorando los acontecimientos de Ezeiza, Argemí afirma: “…Cuando el ERP 22 ocupó una pequeña colina, en ese mar verde, se podían escuchar los disparos aislados y la voz de Leonardo Favio, alertando de que había francotiradores emboscados sobre los árboles “.  El autor parece ignorar que el cantautor y cineasta Leonardo Favio era parte del palco desde donde se disparaba a la multitud y no alguien que “alertaba” sobre “francotiradores”. El palco estaba copado por grupos armados de la burocracia, policiales y parapoliciales. Eso que fue visible para quienes estaban allí, quedó plasmado en numerosos documentos gráficos y fílmicos.   Si los hechos políticos antes tratados son cuestiones de opinión y la postura del autor es legítima y respetable, el intento de falsear cómo fueron los acontecimientos y ocultar el papel de quien, desde su lugar artístico y popular, estuvo (sin fusil y con micrófono) en la trinchera de los masacradores. Esto indigna. Al final, Argemí concluye que “Cuando en la tarde noche se comenzó la retirada, pocos sabían lo que allí había sucedido desde la madrugada, y los que aún conservaban energías cantaban y bailaban sus consignas “. ¿Este es el balance de una de las masacres más siniestras y trágicas de nuestra historia? ¿Este es el balance de lo que fue el inicio de la contraofensiva armada contra el movimiento obrero y popular?  Ante esta versión tergiversada que oculta el debut de la Triple A, sugerimos leer el libro Ezeiza del periodista peronista Horacio Verbitsky, y eldiscurso de Perón del día siguiente, 21 de junio del 73, reproducido en ese mismo documento.

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