Si consideramos que el acto de cuidar a las personas tiene un valor intrínseco y esencial que hace a la Enfermería vamos a poder entender la enorme implicancia ética, moral, social y legal que tiene la profesión. La Enfermería define su sentido humanístico en una relación interpersonal jerarquizada por sus valores como persona, sus conocimientos científicos y técnicos propios que le dan una identidad única en relación con otras profesiones.
El acto de cuidar de enfermería tiene un carácter esencialmente humano, coordina y hace efectivo el conocimiento científico y tecnológico del equipo de enfermería y del equipo de salud en beneficio de la persona que cuida. Seguramente Mirta López había asumido a su profesión, encarnando todos estos conceptos, con todo lo que ello implicaba como un estílo de vida y dedicación al servicio de las personas que la necesitaban, lo cual describe el enorme significado moral que le había dado a su existencia.
Ella entendía, como muchos de su generación que se debía unir el pensamiento con la acción para modificar una realidad injusta y cruel, es decir había que ser coherente. De otra forma no se es consecuente con la profesión y quizás se termine siendo cómplice de lo mismo que se critica. Por eso asume su rol de militante social y político desde su profesión para concretar aquellas ideas justicia, equidad y solidaridad, volcando su humanismo al cuidado de las personas.
Esto no pasó desapercibido por el Terrorismo de Estado, impuesto por la última dictadura militar, el 24 de marzo de 1976. Este tenía por objeto aniquilar toda Resistencia Social, a través de una represión feroz y cruel como nunca antes había ocurrido en la Nación Argentina. Llevándose a cabo a través de un método que se aplicó sistemáticamente: secuestro, tortura, detención y desaparición de las personas. Una vez aniquilada la Resistencia Social de la problación, nadie impediría la vigencia de un Modelo Socioeconómico de entrega, hambre y exclusión social impuesto por las clases dominantes. Donde el cuidado de las personas, tal como lo entendía Mirta, dejaba de ser un Bien Humano para convertirse en una mercancía y al cual se accede a través del dinero. Esta diferencia de pensamiento Mirta lo pagó no solamente con su vida presente, sino también con su pasado que le daba identidad y sentido a su vida. Y esto es lo que persiguió la dictadura de 1976, no solamente eliminar físicamente a las personas, sino también su historia, con lo cual se pierde el sentido de pertenencia a un pueblo y lo más importante su identidad. Hoy asistimos a una oportunidad histórica para que el sacrificio de Mirta, no haya pasado en vano. Los que hacemos la salud para el pueblo, tanto como trabajadores o profesionales, luchemos por el valor humano y el derecho universal a la salud, así en cada acción nuestra, Mirta y muchas otros desaparecidos como ella, recobraran vida y su lucha no habrá sido en vano.
ALEJANDRO CANDEROLI
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